11.02.2016

Aceite de coco – Palabra del día

A menos que hayas estado en coma en los últimos años, no hay forma de que no hayas oído hablar sobre alguno de los numerosos beneficios y los 101 usos del aceite de coco.

A la hora de conservar una salud general, el aceite de coco puede ayudar a intensificar el funcionamiento del cerebro, mejorar el colesterol en sangre, luchar contra las infecciones, aumentar la energía y controlar el peso, entre otros.

Pero esto solo es el comienzo, al parecer el aceite tiene usos ilimitados: para la salud de dientes y encías, suavizante para la piel y el pelo, para combatir las alergias y la gripe, como producto de limpieza, sin olvidad sus numerosos usos en nuestros viajes culinarios.

Como sabemos hoy en día, cuando se calientan aceites vegetales sus ácidos grasos omega-6 contribuyen a provocar procesos inflamables y entrañan riesgos para la salud. Así pues, ahí tenemos de nuevo al aceite de coco universal para sustituir a todos los aceites vegetales de nuestras cocinas y para ayudarnos a mantener una dieta sana.

Como es lógico, nos preguntamos por qué un producto natural con tantos beneficios para la salud hace años no estaba en nuestra lista de la compra, pero entonces la dieta occidental acostumbraba a considerar las grasas saturadas como perjudiciales para nuestra salud y en los últimos años el aceite de coco se puso de moda en el mundo occidental.

La primera referencia escrita de un cocotero procede aproximadamente del 545 a.C., de un geógrafo bizantino conocido como Cosmas Indicopleustes (del griego “Cosmas, el que navegó a la India”);

quien hizo varios viajes a la India durante el reinado del emperador Justiniano y describió un cocotero en su Topografía cristiana, que contenía varios de los primeros y más famosos mapas del mundo.

Durante el siglo XIII, cuando Marco Polo describió la fruta del coco que encontró en Sumatra, se refirió a la misma como nux indica, una traducción directa del nombre árabe jawz hindī (nuez india).

El nombre “coco” no hizo acto de presencia hasta el siglo XVI. El nombre llegó de la mano de los exploradores portugueses, los marineros de Vasco de Gama en la India, quienes fueron los primeros en traer cocos a Europa. La cáscara de coco les recordaba a un fantasma popular portugués de nombre coco (coco en portugués se traduce como “cara sonriente, sonrisa, mueca”). Según los archivos portugueses, el primer uso escrito del término procede del 1555.

Y en 1589 el nombre apareció impreso por primera vez en inglés en Resumen y relato real del viaje de Sir Francis Drake a las Indias Occidentales: “Los cocos y las plantas son frutas muy agradables, los llaman cocos y tienen un cascarón duro y una cáscara verde por encima”.

El aceite de coco y sus propiedades para suavizar el cabello fueron presentados a los lectores británicos casi un siglo más tarde, en 1681, por el capitán británico de la Compañía de las Indias Orientales Robert Knox, quien en su obra Una relación histórica de la isla de Ceilán en las Indias Orientales escribió que: “Engrasan su cabello con aceite de coco para suavizarlo”.