27.02.2014

Palabra del día: Anorexia

Resulta muy curioso que, en sus orígenes, esta palabra se empleara en la lengua inglesa en contextos religiosos. La primera persona en utilizarla fue el poeta y traductor Joshua Sylvester. En 1605 publicó Divine Works (Obras divinas), la traducción de un poema sobre la creación escrito por el poeta francés Du Barbas. Más adelante, este trabajo influyó en la obra maestra de John Milton: Paradise Lost (El paraíso perdido). Al describir las aflicciones que afectan a las facultades físicas naturales hace referencia al estómago y describe la bulimia, la digestión lenta y la anorexia. Unos 50 años después, estas dos palabras vuelven a aparecer junto con su definición en un libro muy serio llamado Saints Everlasting Rest (El reposo eterno de los santos) escrito por el predicador puritano Richard Baxter. Aquí la anorexia se define como “sin apetito ni digestión” y la bulimia, como “apetito pero sin digestión”, señalando que ambas enfermedades no son sino una excusa para no meditar.

El término anorexia procede del griego an (no) y orexia (apetito). Los síntomas de las personas en ayuno, sobre todo mujeres, ya se conocían en la época medieval. Es muy probable que la reina María I de Escocia tuviera anorexia durante su adolescencia. Es casi un milagro médico que sobreviviera tanto al sarampión como a la viruela.

Sin embargo, la enfermedad no empezó a constar en el contexto médico hasta alrededor de 1870 como resultado de un análisis realizado por Sir William Gull, quien definió la anorexia nerviosa apuntando que las personas que la padecían eran “en su mayor parte de sexo femenino y principalmente de edades comprendidas entre los 16 y los 23 años”.

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