Aunque un aspecto del sueño americano es tener una casa en propiedad, algunos encuentran más sensato, práctico o económico alquilar o comprar un apartamento, o como se suele denominar, un piso. Según los datos de 2014, el 52 % de los inquilinos estadounidenses (compuesto por 26,5 millones de hogares y casi 58 millones de personas) vive en un edificio de dos o más apartamentos y, en ciudades más grandes, como Nueva York, Dallas o Seattle, donde el coste de las propiedades puede ser extraordinariamente elevado, un porcentaje considerable de la población general elige vivir en apartamentos (50 %, 41 % y 38 %, respectivamente). Aunque muchos de nosotros vivamos en ellos, no solemos pensar en que en el pasado fueran nuestras propias residencias, así que ¿qué pasa con los apartamentos?
Proveniente del italiano appartimento, que significa «un espacio separado», a través del francés appartement, nuestra palabra tiene sus orígenes en el latín ad + parte, que significa «hacia el lado o lugar».
Resulta muy adecuado que el término provenga del latín, ya que los romanos antiguos fueron de los primeros en presentar el concepto. Ser los pioneros de la idea, sin embargo, no significa que Roma sea la fundadora de todos los apartamentos. Parece que es un valor humano compartido e independiente, ya que se pueden encontrar ejemplos de viviendas de varias unidades en el Periodo Clásico mesoamericano de Teotihuacán, entre los hakka en el sur de China y los chacoanos en el noroeste de Nuevo México.
El primer uso conocido de esta palabra en inglés proviene de la traducción en 1647 de William Browne de la obra The History of Polexander de Marin Le Roy, donde se dice que: «La recibió… en el apartamento más majestuoso del gran Palacio de Marruecos». En este uso, un apartamento puede ser solo una habitación y durante la mayoría del siglo XIX, el significado fue más o menos un alojamiento de una estancia (como una habitación de hotel modesta) como se puede ver en la obra de 1815 de Sir Walter Scott, Guy Mannering, donde escribió: «Me senté cómodamente junto a la ventana de mi apartamento».
La primera mención real de un apartamento como una vivienda completa en lugar de un alojamiento básico apareció en 1874 en la revista estadounidense Scribner’s Monthly (8 63/2), donde se menciona que: «Los apartamentos, algunos de seis y otros de diez estancias, incluida la cocina y las habitaciones para el servicio, están diseñados para un gobierno de la casa estrictamente independiente».
