03.03.2015

Casino – Palabra del día

Hay algo mágico en la palabra casino o, al menos, un aroma a dinero y sueños (desgraciadamente, el mal olor de los sueños rotos).

En principio, lo lógico sería pensar que el origen de la palabra estuviera relacionado con el dinero. Pero etimológicamente tiene un origen bastante diferente. La palabra casino proviene del italiano casa, una casa de placer o una casa para las vacaciones o el verano; que a su vez proviene del latín casa (cabaña).

El primer uso registrado en inglés es de 1789, y hacía referencia a una sala o club público destinado a reuniones sociales o bailes. La diarista y mecenas de las artes Hester Lynch Thrale, posteriormente conocida por el apellido italiano de su marido, Piozzi, fue la que describió sus impresiones sobre un paseo en góndola por el Gran Canal de Venecia en su libro de viajes: «El encuentro nocturno, la cafetería, el casino… (que mejoraban la belleza del Gran Canal)». Desgraciadamente, en el momento de su visita, la primera casa de juego europea, el Ridotto de Venecia, que abrió en 1638 para garantizar un juego controlado durante la festividad del carnaval, llevaba cerrada más de una década. No está claro si la señora Piozzi se refería a la casa de juego o a un prostíbulo veneciano, pero resulta curioso que en el italiano moderno, la palabra casino hace referencia a este último, mientras que la casa de juego se pronuncia casinò, con acento.

En cualquiera de las dos acepciones, los casinos se diseñaron para el entretenimiento y se expandieron por toda Europa; un libro de viajes europeo de 1836 destaca su función: «en todas las ciudades principales de Alemania se encuentran sociedades similares a los clubes de Londres, y se llaman casinos, o algo parecido». El primer registro documentado de la palabra casino en inglés con el significado de casa de juego proviene de nuevo de Venecia, pero 62 años después.

El escritor y crítico de arte victoriano John Ruskin viajó a Venecia con su mujer en un intento por definir el ideal estético victoriano. Y parece que ese ideal tenía mucho que ver con el juego, ya que en una carta que envió a su casa en 1851 dice que: «perdió 25 000 francos jugando en Chamouni contra el maestro del casino».