10.06.2014

Palabra del día: Guacamayo

Probablemente, el primer europeo que vio un loro fue Cristóbal Colón cuando desembarcó en las islas del Mar Caribe. A su regreso, incluso llevó una pareja a la reina Isabel la Católica. Los guacamayos proceden de Sudamérica. Allí sus plumas eran muy cotizadas: los aztecas incluso los criaban para decorar las vestimentas de la élite. La palabra en inglés, macaw, procede del portugués. Cuando los portugueses llegaron por primera vez a Brasil se encontraron con tantísimas aves que incluso la bautizaron como “La tierra de los loros”.

Como es lógico, el término apareció por primera vez en la lengua inglesa en el cuarto volumen del cuaderno de viaje de Samuel Purchas, Pilgrims (Peregrinos), donde describió unos loros conocidos como macaws (guacamayos). Poco después se profundizó en el tema cuando en Onomasticon zoicon, un documento sobre zoología escrito originalmente en latín en 1688 por Walter Charleton y que posteriormente fue traducido al inglés, se describe al guacamayo como “un gran loro azul y amarillo”. En esta obra maestra sobre zoología encontramos los primeros registros en inglés de aves como la abubilla, el abejaruco, el zorzal e incluso la paloma. Existen diferentes variedades de guacamayos (un ave que vive hasta 60 años) y se calcula que actualmente hay alrededor de un millón de ejemplares en estado salvaje y en zoológicos. A pesar de que ahora son muy apreciados por los amantes de los animales, pasó mucho tiempo hasta que pudimos verlos en nuestros zoos. En el caso de Estados Unidos, en 1886 el Zoo de Cincinnati adquirió 16 aves y consiguió que se reprodujeran por primera vez en territorio estadounidense.