17.09.2015

Ir y venir al trabajo – Palabra del día

Aunque desplazarse para ir y venir del trabajo es en gran medida un fenómeno de los trabajadores modernos, en inglés el verbo “commute”, conmutar en español, ha existido durante mucho tiempo, pero con otro significado distinto.

Conmutar procede de la palabra latina commūtāre. La parte com significa “junto” o “en total” y mūtāre significa “cambiar” (de ahí que también exista el verbo “mutar”). En el libro de Sir Thomas Stafford datado en el siglo XVII “Pacata Hibernia. Irlanda aplacada y reducida” (1633), la palabra inglesa commute aparece escrita por primera vez cuando escribe: “Pueden cambiar y conmutar dinero de Inglaterra en dinero de este nuevo estado de Irlanda”. En este sentido, conmutar describe la idea de dar una cosa a cambio de otra.

En 1906, el sentido moderno del verbo conmutar aparece en el periódico británico The Daily Chronicle cuando un periodista describe la “actividad americana” de ir y venir del trabajo: “Hay muchos hombres de negocios que prácticamente dividen su tiempo entre Nueva York y Chicago y “conmutan” (el término americano para obtener abonos de temporada)” (25 de febrero). La palabra aparece de nuevo en 1937 en una edición del periódico The Times, de nuevo en el contexto del estilo de vida americano: “Pequeñas casas en el campo desde las que los hombres “van a trabajar” a Nueva York yendo y viniendo todos los días en tren”.

Aunque a menudo es aburrido y rara vez agradable, el ir y venir en un país extranjero puede proporcionar una buena visión de su cultura y de la vida cotidiana de su población. En el metro de Londres hay hordas de personas que se suben al “tube” mientras traquetea a través de túneles oscuros y lóbregos, muchos de ellos construidos a finales del siglo XIX. Cada cierto tiempo expulsa todos sus pasajeros en una estación a lo largo de la ruta, por razones que nadie alcanza a comprender. Las cancelaciones, los retrasos y los amables anuncios que te informan de que hay que bajarse son una característica del estilo “atinar y fallar” de los desplazamientos en Londres. El caos hace acto de presencia los días en los que el personal ferroviario hace huelga y la gente lucha con uñas y dientes para subirse a un autobús que les dejará en algún lugar cercano a su destino. Estos días de huelga pueden sacar lo peor de los viajeros londinenses, pero la lucha con uñas y dientes para subirse al medio de transporte elegido es el pan nuestro de cada día en Tokio. Puede parecer que la gente hace cola de forma ordenada, pero una vez que se abren las puertas se puede observar cómo empieza la lucha. No es raro ver a un “administrativo” japonés (un empleado varón de cierto rango) en el tren con la mano prácticamente aplastada entre las puertas y el maletín colgando por fuera. El vigilante del tren pasa con sus guantes de un blanco inmaculado, abre la puerta haciendo palanca y da un educado empujón al administrativo para que pueda introducir todos sus miembros y accesorios dentro del tren abarrotado. A continuación, estos trenes se desplazan velozmente por la ciudad, los rostros de sus pasajeros aplastados contra las ventanas de cristal con un gesto boquiabierto de resignación.

En el caso de las pasajeras que van y vienen al trabajo, existen los vagones “Solo mujeres”, ya que los pervertidos encuentran la ocasión ideal de atacar a los más vulnerables cuando se hacinan muchas personas en un espacio pequeño (se que hay una mano ahí, pero no me puedo girar para ver de quién es…). En estos trenes siempre reina el más absoluto silencio y está prohibido el uso de teléfonos móviles para así proporcionar más comodidad. Así es como se va y viene a trabajar en Tokio. Curiosamente, los parlamentarios del Reino Unido recientemente han estado debatiendo la introducción de vagones exclusivos para mujeres en los desplazamientos al trabajo, pero debido a las quejas relacionadas sobre la falta de soluciones para los problemas subyacentes, como sucede con los tokiotas aplastados dentro de un tren urbano, es muy posible que este plan nunca llegue a ver la luz.