24.02.2015

Jōmon – Palabra del día

El período jōmon se remonta aproximadamente al año 12.000 a. C. de la época prehistórica de Japón. La cultura jōmon se caracterizó por un estilo de vida semisedentario cazador-recolector. Recibe su nombre por la cerámica jōmon de la época: esta cerámica estaba decorada con motivos grabados mediante la presión que ejercían las cuerdas contra la arcilla todavía mojada. Cuando Sir George Bailey Sansom, un diplomático británico y profesor de estudios japoneses en la Universidad de Columbia, escribió el influyente libro Japan: A Short Cultural History (Japón: una breve historia cultural) (ed. rev. 1946), ofreció a Occidente una descripción detallada de la cultura antigua japonesa, incluyendo la cultura neolítica jōmon. No obstante, fue el zoólogo y orientalista estadounidense Edward Sylvester Morse (1838–1925) quien escribió por primera vez en inglés sobre la cerámica japonesa en general y la cerámica “con marcas de cuerda” en particular en su libro Japanese Homes and Their Surroundings (Los hogares japoneses y su entorno, 1886). El término inglés cord-marked se tradujo al japonés como jōmon y pasó a designar no sólo este tipo de cerámica, sino todo el correspondiente período de la historia de Japón.

Lo más interesante del período jōmon es la perspectiva que nos ofrece sobre el origen del Japón actual. En el libro Las siete hijas de Eva (2001) de Bryan Sykes, este profesor de Genética Humana de la Universidad de Oxford realiza pruebas de ADN humano para rastrear la ascendencia de todos los europeos hasta llegar a solo siete mujeres, cuyas vidas representa al final del libro. Al investigar las migraciones de las civilizaciones humanas por todo el mundo, menciona brevemente al pueblo jōmon de Japón y sus vínculos con los japoneses actuales. Japón se compone de cuatro islas principales, Honshū (la mayor), Hokkaidō (al norte), Shikoku y Kyūshū, además de Okinawa (al sur). Resulta que los japoneses de la isla continental de Honshū en realidad comparten más material genético con las migraciones del pueblo yayoi procedentes de Corea que los jōmon, quienes llegaron a Japón a través de la tundra asiática. Sin embargo, los ainus de Hokkaidō, ubicados en la parte septentrional de Japón, y los ryukyus de Okinawa, en el sur, no comparten este ADN coreano pero sí un material genético similar entre sí a pesar de la distancia geográfica que los separa. Según esta teoría, estas dos razas son descendientes de los jōmon, quienes antaño estuvieron presentes en todo Honshū pero fueron expulsados al norte y al sur por la inmigración de los yayois.

En un mundo en el que ponemos el acento en nuestras diferencias, ya sean culturales, lingüísticas o religiosas, y donde el debate sobre la inmigración está a la orden del día, vemos que nuestra sociedad moderna en realidad se ha forjado mediante la inmigración y la mezcla de diferentes culturas. De acuerdo… esto podría sonar un poco como un lema jipi del tipo “eh, tío, vamos a llevarnos todos bien”… sin embargo, resulta muy interesante reflejar de vez en cuando que es muy posible que nuestros antepasados no procedan de ese lugar que consideramos nuestro hogar. Más bien, seguramente viajaran miles de kilómetros a lo largo de los milenios, cruzando pasajes helados y puntos de enlace entre países que ya han dejado de existir. Si los jōmon hubieran conocido la escritura cuando el pueblo yayoi llegó a Japón, puede que sus mensajes en el polvo hubieran sido algo así como: “¡No a la inmigración! ¡No queremos más yayois!”