10.03.2016

Pana – Palabra del día

Actualmente vivimos en la era de la nutrición selectiva, en la que se emplean ciertos alimentos para tratar determinados problemas de salud y algunos de ellos adquieren incluso el estatus de “superalimentos”. Cuando pensamos en los superalimentos, normalmente nos vienen a la mente alimentos que anteriormente se consideraban alternativos, pero que en los últimos tiempos se han convertido en alimentos básicos en toda dieta saludable, como es el caso de las semillas de chía, la quinoa, los arándanos azules, el acai, las algas marinas, las bayas de Goji y la omnipresente col rizada. Ahora bien, en un mundo que sigue aquejado por la hambruna y en el que los precios de los alimentos están en constante aumento, puede que dar prioridad a la nutrición selectiva por encima de la nutrición básica sea empezar la casa por el tejado.

La pana: un objeto de extraña apariencia y recubierto de pequeñas protuberancias a modo de pinchos que puede alcanzar los 90 cm de largo y los 50 cm de ancho, y llegar a superar sin problemas los 20 kg de peso. Este fruto arbóreo, de la familia del higo y de la mora, debe su nombre en lengua inglesa, jackfruit, a la combinación de la palabra portuguesa jaca, derivada del vocablo de origen Malayalam chakka, y la palabra fruit (fruta).

A menos que resida en la región sur/sureste de Asia o que viva a una distancia prudencial de una gran ciudad con una importante población de expatriados, es posible que al mencionar la pana obtenga una mirada perpleja como única respuesta. Y, sin embargo, este alimento a menudo desconocido podría ser una de las claves para garantizar una nutrición básica para muchas de las poblaciones más desfavorecidas del mundo.

Lo que convierte a esta fruta en un bien tan valioso es su alta producción, su variedad de usos y el hecho de que esté infrautilizada. Con una cosecha anual de 100 a 200 unidades de las dimensiones arriba mencionadas, y teniendo en cuenta que la práctica totalidad de la fruta es comestible, simplemente su volumen de producción la convierte en un alimento valioso. Así, si bien puede aprovecharse no sólo su madera, sino también la fruta madura, como ocurre con muchos otros árboles frutales, lo que diferencia a la pana, ya sea verde o madura, es que tanto su pulpa como las semillas son aptas para su preparación y consumo, de forma que cada una de ellas aporta un sabor y una textura diferentes. Finalmente, pese a ser una fruta conocida y que se cultiva ampliamente en países como Bangladesh, Indonesia, Vietnam, Filipinas, etc., en la India, donde millones de personas (incluidos niños) sufren de desnutrición y hambruna extrema, se evita en gran medida el consumo de la pana, aun cultivándose en la zona y estando disponible en abundancia.

El primer uso de la palabra pana en lengua inglesa del que se tiene constancia se remonta a 1613, cuando Samuel Purchas, en su obra Purchas, his Pilgrimage, señaló: “las panas son más grandes…y crecen directamente del tronco del árbol: ofrecen muy diversos y agradables sabores, aunque son difíciles de digerir”. Asimismo, se han destacado su valor nutritivo y su versatilidad: para empezar, John Crawfurd, que en la obra History of the Indian Archipelago (1820) apuntó: “Dos de las especies de la pana se encuentran en las islas del Índico… La pana es muy nutritiva”, y más tarde (1878) Philip Robinson, que en su obra In My Indian Garden mencionó: “La gigantesca pana, cuyas exageradas dimensiones encierran toda una paleta de sabores y aromas”.

Habiendo tomado hace ya tiempo buena nota de sus beneficios y habiendo asistido a su redescubrimiento actual, quizás ahora la pana ocupe el lugar que le corresponde como superalimento de masas.