No hay ninguna duda del duro trabajo, la dedicación, las incontables horas de entrenamiento y la dureza física y mental que hacen falta para ser un atleta olímpico. Y, ahora que hemos terminado de honrar su compromiso y capacidad, ha comenzado otro acontecimiento que, si bien es menos televisado y celebrado, puede que requiera un nivel superior de resistencia y dedicación: los Juegos Paralímpicos. Habiendo nacido para ser el segundo mayor evento deportivo mundial, es hora de echar un vistazo a esta palabra, así como a lo que representa.
Aunque los recintos deportivos para personas con discapacidad física existen desde hace más de un siglo, como los primeros clubs para sordos en Berlín en 1888, la primera mención de esta palabra se produjo el 6 de agosto de 1954 en un pie de foto de Bucks Advertiser, que decía: «Las banderas de las naciones ondean por encima del Hospital Stoke Mandeville, donde atletas parapléjicos de todo el mundo se han reunido para los Juegos Paralímpicos». Inicialmente fue una voz compuesta por los términos «parapléjico» (parálisis de la mitad inferior del cuerpo, normalmente provocada por daños en la médula espinal) y «olímpico», en referencia al origen de la competición en 1948 en el Hospital Stoke Mandeville en el que participaron veteranos británicos de la Segunda Guerra Mundial con lesiones en la médula espinal. Desde entonces, el evento ha crecido, progresado e incluye ahora otras discapacidades físicas y mentales, por lo que ahora la definición de la palabra indica que proviene del griego para, que significa «junto a».
El evento ha crecido desde la primera competición «internacional» de 1952 en Aylesbury, Buckinghamshire, donde participaron veteranos británicos y holandeses, hasta los Juegos Paralímpicos de Río, con 4500 atletas de 176 países. No obstante, con el crecimiento y la comprensión, también ha habido consecuencias buenas y malas. A medida que el evento crecía, la cobertura mediática y el apoyo financiero (nacional e internacional) no ha podido seguir el ritmo, lo que ha provocado que el COI (Comité Olímpico Internacional) permitiera un mayor número de patrocinadores y publicidad corporativa. En segundo lugar, aunque se han observado trampas y problemas de financiación y de medios, se han producido algunos avances no deportivos increíbles: si observamos a las propias ciudades organizadoras, que reflejan el sentimiento de los Juegos Paralímpicos de Pekín en 2008, un estudio de 2010 realizado en Vancouver que observó el impacto de los Juegos Paralímpicos ha demostrado que el 41-50 % de las personas opinaban que los Juegos elevaban la concienciación sobre las instalaciones accesibles para discapacitados y que el 23 % de los directivos encuestados afirmaban que los juegos les habían hecho tener más consideración para con los solicitantes de trabajo discapacitados.
