30.10.2014

Sacarina – Palabra del día

La sacarina proviene de la palabra griega que significa «azúcar». En inglés aparecieron muchas palabras de origen griego a partir del siglo XVII. «Sacarina» era una de estas palabras.

La primera referencia registrada es de 1674, el año en el que Thomas Blount publicó la cuarta edición del famoso diccionario Glossographia. Este libro es un trabajo clave en la historia del vocabulario inglés ya que tiene casi 1500 palabras que aparecieron en este idioma por primera vez. La parte más ingeniosa es su subtítulo «Un diccionario para interpretar todas las palabras difíciles, provengan del hebreo, del griego o del latín».

La definición para el complicado término «sacarina» era «perteneciente al azúcar, dulce como el azúcar». Y esta es la forma en que se utiliza el término «sacarina» hoy en día. Pero en 1878, Constantin Fahlberg (nació en Rusia, falleció en Alemania y realizó el descubrimiento por el que es conocido mundialmente en Estados Unidos), descubrió un edulcorante artificial al que llamó «sacarina». Con un nivel de dulzura unas 300 veces superior al azúcar, se utiliza como aditivo en muchos productos alimenticios. Sobre su descubrimiento, la revista The Journal of the Society of Chemical Industry afirma que «los inventores le pusieron el nombre “sacarina” a la nueva sustancia aunque no está relacionada con el azúcar, sino que es un derivado del ácido benzoico. El nombre científico de la sustancia es benzoilsulfimida».

El registro se corrige en 1885 y dos años después, la revista British Medical Journal añade que «la sacarina no es asequible en estos momentos». Pero Fahlberg cambió eso. Tan pronto como se patentó la sacarina, empezó a producirla en una fábrica en Alemania y aunque tuvo éxito, el avance real del producto se produjo por dos factores independientes. Por la escasez de azúcar en la Primera Guerra Mundial. Porque la sacarina no tiene calorías. Debido a la creciente locura sobre la salud y la dieta que comenzó en los años 60, la sacarina era la respuesta.