15.09.2015

Samovar – Palabra del día

Para bien o para mal, el café nunca ha conseguido tener la elegancia del té: mientras que el café es algo para empezar el día o una bebida funcional mientras se analizan los asuntos del día, el té siempre ha sido un acontecimiento en sí mismo. Lo que en parte hace que el té sea lo que es hoy día es el misticismo y esplendor intrínseco en él: hay algo muy refinado sobre el hecho de tomar el té en el Reino Unido, la larga tradición de la ceremonia japonesa del té. En el caso de la palabra de hoy, nos adentramos en el esplendor del té a través de la verdadera perspectiva rusa del samovar.

Para aquellos que no sepan lo que es un samovar, decir que es un aparato que sirve para hervir agua, tradicionalmente para el té. En cuanto a su origen, existen dos posibles fuentes para nuestra palabra: la primera y más obvia procede de la palabra reflexiva “auto” (sam) y “hervir” (varit), aunque también existe la posibilidad de que sea un préstamo del la palabra tártara “urna para el té “, sanabar. Aunque los samovares más modernos son conocidos más por la belleza de su diseño y el trabajo artístico que les acompaña que por su funcionalidad, los aparatos como el samovar tienen una historia que se remonta a más de tres milenios en la región del Cáucaso y también en China.

Más allá de la palabra en sí misma y de su posible historia, fue Rusia la que convirtió un simple hervidor de agua en algo especial. El samovar fue fabricado por primera vez por los hermanos Lisitsyn en Tula allá por el año 1770; los samovares inicialmente precisaban de 12 etapas de producción diferentes y a veces se empleaba a pueblos enteros para realizar únicamente una de las 12 etapas. Desde el inicio, los samovares fabricados en Tula fueron uno de los primeros y más codiciados aparatos en Rusia, ofreciendo un lugar de reunión para relajarse disfrutando de una taza de té y hablar de eventos. Su popularidad inspiró el dicho “В Ту́лу со свои́м самова́ром не е́здят, que traducido viene a decir “Nadie viaja a Tula con su propio samovar.” En los hogares modernos rusos, en especial durante las vacaciones, los samovares generalmente se encuentran en el centro de la mesa a modo de tributo a las generaciones pasadas y también como símbolo de hospitalidad.

El primer registro de la mención de la palabra samovar en inglés se encuentra en la obra de Otto von Kotzebue Un nuevo viaje alrededor del mundo entre los años 1823–1826 (1830), donde se explicaba el uso y ubicación habitual del samovar: “Un samovar o auto-caldera generalmente se encuentra en el centro de la mesa del café”. Otra definición del mismo medio siglo más tarde (1882) aparece en la gaceta londinense Pall Mall Gazette, donde se explica el propio funcionamiento de un samovar, curiosamente antes de que se extendiera el uso de la electricidad y, evidentemente, de los samovares eléctricos: “El samovar es un hervidor de agua para té que contiene su fuego en un tubo que lo atraviesa y el agua se mantiene en el punto de ebullición con el mínimo de evaporación gracias a unos trozos de carbón candente que se introducen dentro del tubo”.

Tanto si se ha tenido o utilizado uno como si no, o si simplemente se aprecia la estética de un samovar finamente pintado a mano, sin lugar a dudas este ocupa un lugar destacado en el refinado y distinguido mundo del té.