28.01.2016

Sopa – Palabra del día

El jaleo de las vacaciones ha llegado a su fin y aquí estamos de nuevo, quizás un poco cansados y desbordados por nuestros propósitos para nuevo año o quizás luchando contra un molesto virus, pero al fin y al cabo, la vida se ralentiza y la tristeza del invierno está haciendo mella en nosotros.

La mayoría de nosotros sin duda hemos notado algunos de los síntomas del trastorno afectivo estacional o SAD, por sus siglas en inglés (¿no os parece una abreviatura irónica?). Se trata de una especie de depresión relacionada con el cambio de estación y generalmente se caracteriza por cambios de humor y estados de escasa motivación que ejerce un mayor efecto a lo largo de los meses de invierno.

Así pues, lo lógico es tratar de pensar en formas de aliviar la tristeza invernal. Una buena opción es practicar deporte o hacer ejercicio de cualquier tipo. Ir al gimnasio o dar un paseo seguramente hará que aumente nuestro flujo de energía y nos sentiremos mejor. La otra forma infalible para sentirse feliz al instante son, cómo no, los alimentos reconfortantes. ¡Eso sí, las sopas y los guisos podrían ser lo mejor de todo el invierno!

Por lo tanto, no es ninguna sorpresa que la palabra sopa saltara al inglés desde el francés soupe en el siglo XVII y que en aquella época los británicos de repente dejaran de preparar el mismo “caldo” y “potaje” de toda la vida y empezaran a cocinar las sofisticadas “sopas”.

Sin embargo, la etimología de nuestro término se remonta a la familia de las lenguas germánicas, en las que sop tenía el significado de “consumir algo líquido”. De ahí pasó al latín allá por el siglo XIII con el significado de un pedazo de pan que se comía mojado en caldo. Después de todo, ¿quién podría resistirse a mojar pedazos de pan recién hecho en una aromática y deliciosa mezcla caliente de carne (opcional), verduras y especias?

La palabra sopa apareció impresa por primera vez en la traducción inglesa de Francois Rabelais del primero de los cinco libros sobre la vida de Gargantúa y Pantagruel en 1653: “Entonces hacían acopio de carne cocida y asada… y sopas ricas en grasas o caldos con picatostes”. La traducción fue realizada por Thomas Urquhart, cuya pluma redactó en inglés los tres primeros libros.

En lo que al caldo primigenio se refiere, del que se cree que ha proporcionado las condiciones e ingredientes perfectos para originar la vida, el término se acuñó en 1924 y fue introducido por el biólogo soviético Alexander Oparin. Cinco años más tarde, el científico de nacionalidad británica e india, John Burdon Sanderson Haldane, explicó el concepto a la audiencia inglesa en The Rationalist Annual: “Cuando la luz ultravioleta actúa sobre una mezcla a base de agua, dióxido de carbono y amoniaco, se crea una vasta variedad de sustancias orgánicas… Antes del origen de la vida, estas se debieron acumular hasta que los océanos primitivos alcanzaron la consistencia de una sopa caliente y diluida.