07.06.2016

Tamagotchi – Palabra del día

Tamagotchi - Palabra del día - EVS Translations
Tamagotchi – Palabra del día – EVS Translations

Cuando la gente piensa en Japón, se imagina geishas y té verde. Incluso ninjas y samuráis, a pesar de que desaparecieron hace tiempo. Pero lo mejor de Japón no son sus antiguas costumbres, ni tampoco las nuevas: es la combinación de ambas. Japón es fascinante porque es tan futurista como tradicional, y eso resulta intrigante.

Y de vez en cuando te encuentras con un ejemplo extravagante. ¿Qué podría ser más extravagante que la pasión de Japón por el mundo virtual?

El tamagotchi fue un juguete japonés para niños que, en su momento, se prohibió en los colegios. Este juguete era una mascota digital de los años 90; un pequeño huevo de plástico con una pantalla era el hogar de la mascota (de ahí la traducción literal del nombre «reloj de huevo»). Al estilo japonés, esta mascota digital demandaba un compromiso absoluto en su régimen de cuidados: incluso jugar con los juguetes es un negocio serio. Si no se satisfacían constantemente sus necesidades (pulsar botones para alimentarlos, darles medicina, etc.) morían; era así de simple. Nadie quiere ver a un niño con una mascota muerta en sus manos, los niños no querían eso y miles de alumnos se sentaban en sus clases y alimentaban a sus mascotas, las cuidaban y las sacaban a dar paseos virtuales. Los profesores y los padres, sin embargo, estaban revolucionados: nadie prestaba atención y ¿por qué los niños mostraban apego emocional por algo que solo existía en un mundo virtual? Bandai, el creador del tamagotchi, rectificó y creó el modo de pausa. La vida en las escuelas volvió a la normalidad y los niños pudieron volver a aprender sobre las relaciones humanas.

Entonces la locura se desató en el resto de países. El término «tamagotchi» apareció por primera vez impreso en inglés en 1997, cuando llegó a Canadá, en el diario Toronto Star: «La vida del tamagotchi comienza con una imagen de algo parecido a un pájaro simpático en la pantalla de un dispositivo llavero con forma de huevo». Ese mismo año, el tamagotchi volvió a aparecer, esta vez en el periódico del Reino Unido Mirror con la historia de que «la propietaria de la cibermascota, Kelly Boyd, había mantenido a su tamagotchi con vida durante 69 días, todo un récord».

Se empezaron a crear otras funciones y el tamagotchi era cada vez más adictivo: podías unirte a otro «jugador» y las mascotas podían enamorarse. Podían tener hijos juntos (menos mal que nunca se crearon gráficos para esta escena). Estaba claro: los japoneses estaban enamorados de sus tamagotchis.

Y los japoneses adoran el mundo virtual…

En Akihabara, Tokio, puedes sumergirte en el mundo del anime (películas de animación), el manga (cómics) y todo tipo de mundos virtuales. Es un distrito principalmente para que hombres y niños extremadamente frikis salgan y se olviden del mundo, al menos durante un rato. Aquí es donde se podía comprar el juego de Nintendo Love Plus: podías tener una novia virtual que estuviera siempre que la necesitaras, no como tu mujer, que te regaña y tiene ciertas expectativas sobre ti. En 2013, un documental de la BBC contó la historia de dos hombres japoneses de mediana edad que afirmaban estar enamorados y tener una relación seria con sus novias virtuales de Love Plus. Por supuesto, es una historia un tanto excitante: puedes reírte de lo absurdo de sus palabras. Aún así, como destaca el documental, la vida que estos hombres han inventado es un síntoma real de los grandes problemas que sufre Japón: los hombres trabajan muchas horas, las expectativas económicas de los jóvenes son funestas y, quizá sea la señal de una cultura que no da importancia a compartir los pensamientos internos con los demás.

Puede que estos hombres tuvieran un tamagotchi de pequeños.

No obstante, el tamagotchi ofrecía la posibilidad de reiniciar el juego si la mascota muere (aunque nadie puede cuestionar la dedicación de los japoneses). Pero para estos hombres con novias virtuales, puede que un simple «reinicio» no arregle su complejo problema.