04.02.2014

Palabra del día: Prueba del tornasol

Este término lo mencionó por primera vez en inglés Richard Arnold, que viajó a Flandes y comerció con sus gentes. Chronicle, un popurrí de información sobre Londres y cuestiones relacionadas con el comercio, se publicó en Amberes en 1503 y fue el primero en mencionar el tornasol. Esta sustancia de color azul se extraía entonces de los líquenes, principalmente en los Países Bajos, donde Richard Arnold la vio por primera vez.

Cualquiera que haya dado clases de química recordará que su color azul se vuelve rojo en contacto con sustancias ácidas y que recupera su tonalidad azul en contacto con sustancias alcalinas.

Davy tenía muchos contactos. Era amigo de Southey, un escritor que acuñó en inglés los términos “vudú” y “autobiografía”, y fue descubierto por Banks, quien acompañó a Cook en sus viajes y más tarde alcanzaría la fama rápidamente gracias a sus diarios, además de aportar la palabra “nostalgia” a la lengua inglesa. Davy dio las primeras conferencias sobre galvanismo en Inglaterra, descubrió el potasio y el calcio e introdujo el papel de tornasol y la prueba del tornasol, esto último en 1803 con tan solo 25 años. Al año siguiente fue elegido miembro de la Real Sociedad de las Ciencias por sus innumerables logros.

La prueba del tornasol ofrece resultados claros e inequívocos. Esta solución definitiva hizo que en inglés se empleara la expresión de forma figurada para referirse a una prueba de fuego, a una cuestión decisiva. Esto sucedió a finales de la década de 1950 y quizás quede resumido en la obra The Office de Dwight Schrute, cuya prueba de fuego es “Antes de hacer algo, me pregunto a mí mismo si un idiota lo haría. Si la repuesta es sí, entonces no lo hago.”

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