23.06.2015

Emigración – Palabra del día

Gracias a los avances en todas las formas de comunicación, así como en la facilidad y eficiencia de los viajes, y en los traslados en general, la gente tiene la oportunidad de ser más móvil que nunca. Debido a los recientes comentarios de los políticos y los titulares mediáticos en relación al cambio de identidad de Europa y lo que significa exactamente ser «europeo», puede que sea mejor observar uno de los términos centrales de esta exposición: emigración.

Definido como el acto de dejar un país de origen para establecerse en otro lugar, el término emigración proviene del latín tardío emigrationem, que significa «traslado de un sitio» y está compuesto de ex (fuera) y del verbo migrare (mover). Aparte de la propia definición, muchas personas confunden el uso de esta palabra: ¿cuándo se utiliza este término, y cuando «inmigración»? En pocas palabras, usando el ejemplo de la gran hambruna irlandesa de mediados del siglo XIX, cuando los irlandeses decidieron dejar su país se convirtieron en emigrantes. Sin embargo, cuando llegaron y se establecieron en otro lugar, como el Reino Unido, EE. UU. y Australia, se convirtieron en inmigrantes.

Por tanto, con respecto a Europa o, de hecho, cualquier otra zona geográfica, ¿cómo está causando este término un problema? Con una tasa de natalidad baja en los países europeos, así como una gran tasa de migración entrante, existe la preocupación de que los emigrantes de otros continentes cambien pronto lo que significa ser europeo intentando aplicar una diversidad cultural en un sistema europeo que destaca sus propios valores y culturas. Además, las amplias oportunidades de viajar, así como la emergente prosperidad o los conflictos civiles en los países en desarrollo solo han servido para aumentar el deseo de emigrar a Europa. Más allá de la interpretación cultural estricta, especialmente en países pequeños o con una población densa, como el Reino Unido, la preocupación se basa en el alojamiento espacial, o si realmente hay espacio habitable suficiente para satisfacer las necesidades de todos, lo que ha llevado a algunas organizaciones, como el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), a proponer límites en el número de emigrantes de la Unión Europea y del exterior.

En inglés, este término apareció en la década de 1640 y fue utilizado por primera vez por el obispo Joseph Hall en su obra religiosa de 1646, The Balme of Gilead, donde escribe: «Un juicio abrasador (sobre la emigración) algo inferior en llamas… al infierno». Aunque inicialmente se utilizó en un contexto religioso, el término alcanzó un significado para las ciencias sociales, como se puede ver en la obra de Sir Matthew Hale The Primitive Origination of Mankind, donde escribió en 1676 que «a menudo, los excesos ocasionan emigraciones». Usando la interpretación más moderna, el primer autor conocido en escribir sobre la emigración desde un lugar específico fue Thomas Newte en su obra de 1791, Prospects and observations on a tour in England and Scotland, quien habló de «esas emigraciones melancólicas… de las islas… de Escocia».