01.01.2015

Geisha – Palabra del día

Las geishas son esas hermosas y enigmáticas azafatas japonesas, que a menudo son confundidas con prostitutas o animadoras de bares por aquellos que no proceden de Japón. De hecho, las geishas llevan una vida muy disciplinada dentro de sociedades cerradas, prácticamente secretas, que se rigen por complejas jerarquías. Son entrenadas en el arte de la danza y la música tradicionales, así como las etiquetas sociales, y son contratadas por los clientes para ofrecer entretenimiento durante una noche. Sin embargo, no puede negarse que el sexo existe en cierta medida en el mundo de las geishas (lo más destacado, el tradicional acto de subastar la virginidad de una aprendiz de geisha, ahora prohibido), aunque nunca ha sido el objetivo de su profesión.

En el Japón del siglo XXI, las geishas son una especie en extinción y existen en un mundo que se ha alejado de lo que representan. La Segunda Guerra Mundial vio como las geishas dejaban sus casas y se ponían a trabajar en las fábricas para ayudar durante la guerra, y a las mujeres japonesas contemporáneas ya no les interesa este anticuado estilo de vida. Sin embargo, si te acercas al distrito Gion de Kioto, aún podrás ver alguna que otra geisha. Si paseas por los alrededores de alguna de las casas de geishas de la zona, puede que veas una o dos tambaleándose de forma pintoresca calle abajo de camino a una cita. Realmente es una imagen hermosa, con sus elegantes kimonos y elaborados postizos, lo que solo sirve para aumentar aún más el interés que despiertan. Sin embargo, a causa de los altos tacones de sus sandalias y el ajustado kimono, por mucho que lo intenten, nunca son más rápidas que los molestos turistas extranjeros que intentan alcanzarlas para hacer una foto de esta exótica estampa.

La película “Memorias de una geisha“, basada en el libro de Arthur Golden que lleva el mismo nombre, cuenta la historia de una muchacha vendida a una casa de geishas por sus pobres padres. Tanto el libro como la película fueron bien acogidos por el público, aunque en menor medida en Japón, donde la gente no estaba contenta con el hecho de que el papel principal de la geisha estuviese interpretado por una actriz china. Asimismo, el estreno de la película fue cancelado en China porque creían que la actriz en realidad estaba interpretando el papel de una prostituta japonesa. Mientras tanto, el resto del mundo consideró irrelevante el problema de la nacionalidad y se centró en el hecho de que se trata de una historia entretenida con una cinematografía y un vestuario preciosos.

Sir Edwin Arnold (1832–1904) fue un poeta y periodista inglés que vivió en Japón durante los últimos años de su vida, escribiendo libros acerca del país y casándose allí con la que sería su tercera esposa, Tama Kurokawa, de nacionalidad japonesa. En 1866, escribió un artículo en la revista británica The Contemporary review sobre una fiesta celebrada en Kioto a la que asistirían todas las geishas. Kioto es el hogar cultural de las geishas y Arnold habría vivido en Japón en el momento de máxima popularidad de las geishas. Tal vez tuvo la suerte de conocerlas y descubrir un poco más acerca de su misterioso mundo.