02.06.2015

Fallo – Palabra del día

Fallo – Palabra del día – englisch failure

El término fallo nunca ha estado asociado con nada positivo y a finales del año pasado se extendió a raíz del fallo informático que desató el caos en el tráfico aéreo de Londres. Según las autoridades, este desastre fue provocado por una simple línea de código informático en un sistema de vuelo. Más allá de los efectos en el ámbito informático, cabe destacar las consecuencias en términos humanos: las más de 267 horas de retrasos afectaron a unos 10.000 pasajeros solo en el aeropuerto de Heathrow y el problema se vio agudizado dada la capacidad extremadamente limitada de Heathrow (y es que ya había poco margen de error incluso antes de que se produjera el fallo informático).

Irónicamente, si la variedad de significados y usos en un idioma es algo muy rico, podemos afirmar que lo ocurrido con fallo ha sido todo un éxito. Procedente del término francés faillir, que significa «faltar a una obligación o deber», los usos y grafías de la palabra fallo a lo largo de la historia han sido tan variados como las maneras en las que se puede cometer un fallo. Por ejemplo, en el ámbito empresarial encontramos diferentes definiciones para fallar, tales como «quebrar, equivocarse o no responder como se espera», mientras que en el jurídico significa «decidir, determinar un litigio». Y en la última década, gracias a Internet y a la globalización, la expresión epic fail o fallo épico se ha acuñado para referirse a fallos importantes o divertidos de todos los ámbitos.

El término se introdujo por primera vez en la lengua inglesa como failer en el año 1641 a través de la obra de John y William Rastell Les Termes de la Ley y adquirió la grafía moderna failure en el ensayo de John Woodward Essay toward a Natural History of the Earth. Ya con esta grafía que hoy conocemos (failure), el término empezó a ramificarse rápidamente (en el plazo de 7 años) englobando varios significados. En 1702, The English Theophrastus: or, The manners of the age recoge que «Esta [la envidia] es el más básico y mezquino de todos nuestros fallos naturales», mientras que, en un sentido más práctico, en The London Gazette se leía que «Diversos fallos han… ocurrido entre los comerciantes en esta ciudad». Desde mediados del siglo XVIII hasta la actualidad, el término fallo ha venido empleándose siempre que algo no logra cumplir con las expectativas que había despertado, por lo que no podemos decir que no esté en nuestra naturaleza el reconocer nuestros propios fallos.