Galvanizar: En inglés esta palabra se utiliza también con el sentido de espolear a alguien. Tiene su origen en Luigi Galvani, un científico italiano del siglo XVIII. Durante su experimento más conocido condujo electricidad a través de las patas de una rana muerta que, como consecuencia de esto, sufrió un espasmo, dando lugar a la aparición del campo de estudio conocido como bioelectricidad. Mantuvo una larga discusión con su compañero Alessandro Volta (científico del que proviene la palabra “voltio”, pero eso lo dejamos para otro día) sobre el motivo por el que se movió realmente la rana muerta: ¿de dónde procedía la energía, del interior o del exterior del animal?
Volta fue quien propuso el término “galvanismo” para referirse a la corriente continua generada como resultado de una actividad química. Más tarde adoptaría un significado más amplio, el de mover a alguien a la acción de un sobresalto. Esta historia daría un giro gracias a Frankenstein (sí, otra palabra del día). Mary Shelley, la autora del primer libro sobre Frankenstein, ¡incluyó las publicaciones de Galvani en su lista de lecturas recomendadas! El término “galvanización” también se refiere al proceso químico por el que se aplica una capa de zinc al hierro o al acero mediante una corriente eléctrica.
