“Fabriquemos lo que fabriquemos en Rusia, se parece siempre a un Kalashnikov”
Vladimir Putin
Cuando el presidente Putin comentó recientemente que la antorcha olímpica de Rusia para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 se parecía a un Kalashnikov, estaba haciendo referencia a una de las marcas más famosas de su país. Mikhail Kalashnikov diseñó el primer fusil AK-47 con poco más de veinte años. En 1949 fue adoptado por el Ejército Soviético como el fusil de asalto estándar. A día de hoy se han fabricado más de 100 millones de unidades. Tras pasar la mayor parte de su infancia en el exilio en la pobre región de Siberia, este ingenioso diseñador fabricó lo que llegaría a convertirse en uno de los bienes económicos más relevantes de Rusia.
Los propietarios de la destilería Glazovsky tienen que estarle enormemente agradecidos por el invento. Desde el año 2001 exportan con gran éxito el vodka Kalashnikov, embotellado con la forma de un AK-47.
Kalashnikov, todavía activo a sus más de 90 años, ha manifestado su preocupación acerca de su legado. El hombre cuyas armas fueran un símbolo de la Guerra Fría y un distintivo de muchos conflictos más acalorados hizo una conmovedora reflexión sobre lo que podría haber sido: “Estoy orgulloso de mi invento, pero me entristece que lo usen los terroristas. Preferiría haber inventado una máquina que la gente pudiera usar y que ayudara a los agricultores en su trabajo como, por ejemplo, un cortacésped”.
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